Publicaciones como autor, coautor, editor, coordinador, ...

viernes, 29 de septiembre de 2017

La necesidad del Pacto por la Educación en España

En numerosas ocasiones se habla de la necesidad de un pacto educativo, sin terminar de concretar qué se quiere decir con esa reivindicación. Lo único que queda claro es que hay que parar esta continua aprobación de  leyes sobre educación que perturban el trabajo escolar. Pero para hablar de un Pacto sobre la Educación tenemos que aclarar si nos referimos a la educación en general, a la estructura del sistema educativo, a la necesidad de modificar y clarificar el currículo, definir con claridad el proceso de enseñanza/aprendizaje que deseamos para nuestros hijos y nietos, adaptar la educación a las necesidades del siglo XXI, determinar cuál debe ser la participación de los padres en el sistema, etc. Muchas preguntas que se obvian cuando se habla de una educación en crisis pero sin las cuáles no hay posibilidad de hacer un sistema educativo más eficaz.

Os dejo el artículo que HOY, me publico el 21 de marzo de 2017. Una pequeña reflexión sobre este problema y cómo debería abordarse.

La necesidad de alcanzar un pacto educativo es una idea que se repite como un mantra asumido que no admite discusión. Es complicado decir que se está en desacuerdo. El problema, y las posibles discrepancias, surgen cuando se quiere darle contenido concreto a un compromiso y se inicia el debate sobre qué problemas de la educación son más acuciantes y sobre las posibles medidas correctoras. Y, además, considerar cuáles serían los acuerdos de aplicación inmediata y cuáles deberían sobrevivir a los cambios de legislatura y vaivenes políticos.
Lorenzo J. Blanco Pacto por la Educación HOY
Algunas cuestiones sobre el pacto educativo.
HOY, 21/03/2017
No es una situación trivial como quiere presentársenos, y existen diferentes perspectivas para la educación y múltiples variables a considerar. De inicio, habría que aclarar si nos estamos refiriendo a la Educación en general, al proceso de enseñanza y aprendizaje que se desarrolla en los centros educativos, a la necesidad de conformar un nuevo currículo para el siglo XXI, o a la estructura del sistema educativo, por señalar algunas cuestiones que serían prioritarias. Y aclarar, también, si el objetivo de la educación es formar personas con una educación integral o le damos prioridad a la inserción en el mundo laboral, como se deduce de algunos informes internacionales al uso y al abuso. Esto solo por señalar cuestiones diferentes, aunque interrelacionadas, que forman parte del complejo mundo de lo que llamamos la educación y que por lo tanto debieran ser analizadas y acordadas en ese posible pacto.
Por otra parte, sería necesario determinar el compromiso de las administraciones nacionales y autonómicas para llevar a cabo los acuerdos alcanzados. No basta con firmar un acuerdo, ya que el entramado mundo de las administraciones en el Estado de las Autonomías hace que muchos acuerdos y compromisos alcanzados se paralicen en algún nivel administrativo. Existen numerosos precedentes.
Complementariamente, se haría necesario por parte de las organizaciones políticas el compromiso de considerar las propuestas concretas de los profesionales, docentes y/o investigadores de la educación donde haya acuerdo casi unánime. Los años de experiencia profesional, docente e investigadora, y de participación en tareas de gestión dentro del ámbito educativo me permiten afirmar que las administraciones educativas, nacionales y de comunidades autónomas, no valoran ni tienen en cuenta los estudios y conclusiones que los expertos proponen para mejorar el sistema educativo. En la mayoría de las ocasiones a pesar de haberlas costeado.
Sería fácil recurrir a estudios solventes para comprobar que hay situaciones a corregir que se mantienen desde hace mucho tiempo. Los resultados de las evaluaciones nacionales e internacionales sugieren que el sistema educativo es manifiestamente mejorable. Pero también podríamos señalar diferentes trabajos de observación o experimentales para comprobar que en la gran mayoría de las aulas de todos los niveles educativos (primaria, secundaria y universidad) los métodos expositivos tradicionales y los contenidos curriculares han evolucionado muy poco, aunque ya no se utilice la tiza y la pizarra. O sí.
Existen trabajos de investigación que muestran importantes desajustes entre los materiales curriculares (escritos y/o digitales) y los organizadores de los currículos, mientras que la administración mira hacia otro lado y los aprueba sin realizar ningún análisis serio de los mismos y sin tener en cuenta los de los expertos al respecto. Y eso por no hablar de las competencias cuya referencia parece más una retórica modernista y anecdótica que una realidad concreta en las propuestas curriculares y cuyo significado sigue sin concretarse en las aulas. Algunos hablan del ‘nuevo paradigma de las competencias’ sin conocer el significado de ninguno de los dos vocablos. En relación al uso de las tecnologías en las aulas se han marginado las recomendaciones de los expertos y se sigue insistiendo en el hecho de considerar más importante la posesión de la herramienta que lo que se pueda hacer con ella en relación al proceso de enseñanza y aprendizaje.
La formación permanente del profesorado está obsoleta desde hace muchos años, la ruptura entre la investigación educativa y la práctica profesional es evidente, y así otras situaciones que debieran ser objeto de  reflexión y acuerdo por las administraciones. Todo ello debiera considerarse en el Pacto Educativo.
Adaptar la educación al siglo XXI exige partir del trabajo en el aula, de la consideración de la investigación educativa, del papel de la educación en una sociedad tecnológica y global que nos toca,… con argumentos sólidos para que este cambio sea posible y duradero, permitiendo ‘aprender a aprender’ como exige el futuro inmediato. Insistiendo en una educación integradora y colaborativa que permita y favorezca el desarrollo de la persona en todas sus dimensiones. Donde el aspecto laboral es una más de ellas.
Finalmente, recordaré la necesidad de entender que el motor esencial de todo cambio educativo son los profesores. Así toda propuesta no puede ni debe hacerse sin contar con ellos. Es necesario que asuman conscientemente el cambio como algo necesario, asumiendo la importancia de modificar actitudes, contenidos y procedimientos, de profundizar en la innovación educativa, y que el desarrollo profesional es un continuo necesario en la actividad docente. Este último aspecto es competencia de los docentes pero la administración tiene la obligación de favorecerlo haciendo que la profesión docente tenga la importancia que se merece en toda sociedad avanzada.

viernes, 22 de septiembre de 2017

Jesús Sánchez Mera



Era una época y lugar que nos permitió una relación entrañable e inolvidable a los niños que crecimos en los patios de Santa Marina. Estábamos un tiempo sin vernos pero en cada encuentro continuábamos la conversación como si la hubiéramos interrumpido el día anterior.


Jesús Sánchez Mera
Jesús Sánchez Mera
Hace unos tres años escribía acerca de Juan Carlos Bureo porque nos había dejado y su ausencia nos agitaba a todos los niños de Santa Marina, pero especialmente a los más pequeños. Fue un mala época para los Bureos. Desde entonces se fue Ana López y desde hoy les acompaña Jesús que parece ir, además, en busca de sus padres.
Aunque en los últimos años hubiéramos tenido poco contacto todos los que convivimos con él seguíamos su situación y la comentábamos con tristeza y alegría por los recuerdos que nos traía su evocación. No hacía falta vernos con frecuencia porque el sentimiento de amistad perdura en todos aquellos que crecimos junto en los patios. Jesús era del patio ocho y de los que se hacía notar y querer.
Jesús Sánchez Mera
Jesús Sánchez Mera

Mis recuerdos hacia él como niño inquieto, conversador hasta el infinito, preocupado por el entorno y por las personas de su alrededor, entrañable. Profundizamos la amistad en nuestra adolescencia cuando compartíamos inquietudes personales, sociales, culturales y religiosas, allá por los sesenta y setenta. Y muy buenos momentos en “el lati” jugando en una pista de tenis que nos hicimos y que cuidábamos como si fuera el mismo Wimbledon.
Jesús Sánchez Mera
Jesús en la primer actuación de Pablo Guerrero en Badajoz
Recuerdo los debates y propuestas en la JEC intentado aportar nuestro granito para el cambio de una iglesia que considerábamos no estaba con quien tenía que estar y no cumplía su papel. Los viajes en tren para asistir a reuniones nacionales compartiendo tiempo y lo que tuviéramos. Y las largas conversaciones con Vicente Robles sobre el sentido de la vida buscando comprender cuál era nuestro papel en la sociedad que nos había tocado vivir. Su participación en los primeros eventos contestatarios que se programaron en Badajoz era constante y sus inquietudes permanecieron a lo largo de su vida. Su participación en la Marcha andando para pedir la Universidad de Extremadura y en otras reivindicaciones propias de una persona inquieta y preocupada por crecer y ayudar a crecer a los demás.
Jesús Sánchez Mera
Jesús, en Guadalupe en la marcha andando a Madrid
para pedir la Universidad de Extremadura.

Luego, la vida nos llevó a lugares diferentes. Su vida se desarrolló largamente en Valencia de Alcántara como médico donde dejó una huella imborrable a juicio de los vecinos y pacientes que le visitaron.
A pesar de todo, la relación entrañable con Jesús siempre durará porque en nuestras raíces emocionales hay muchas ramas comunes.

Un abrazo, Jesús.

martes, 12 de septiembre de 2017

Los extremeños y la autoestima.


El Periódico HOY (12/09/2017) me publica un nuevo artículo acerca de la poca autoestima que, consciente o inconscientemente, manifiestan algunos extremeños. No entiendo porqué consideran que tengamos que ser menos que el resto de los españoles.
Os dejo el texto por si es de vuestro interés.

Los extremeños y la autoestima. Lorenzo J. Blanco Nieto. HOY (12/02/2017).
Los extremeños y la autoestima. HOY, 12/09/2017 Tren AVE
Los extremeños y la autoestima. HOY, 12/09/2017
Algunas manifestaciones recientes de resignación para aceptar tener menos y/o peores servicios que ciudadanos de otras comunidades me han sugerido escribir acerca de la poca autoestima que en ocasiones muestran algunos extremeños. Y creo que la reciente celebración del Día de Extremadura es fecha apropiada para ello.
Los escritos, en prensa y comentarios en las redes, están poniendo de manifiesto nuestras carencias sobre la falta de una red de comunicación ferroviaria y otras infraestructuras pero, al mismo tiempo, también muestran lagunas de algunos responsables políticos y colectivos de la llamada sociedad civil que parecen aceptar que sigamos siendo menos que los demás. El debate sobre el tren en Extremadura está siendo prolífico con diferentes aportaciones interesantes y cultas como la reciente relación entre el ferrocarril y el cine con la que nos agració recientemente Alejandro Pachón (HOY, 28/08/2017).
No voy a hacer referencia personales para evitar las polémicas estilo Sálvame que son tan frecuentes para dar respuestas a quien nos contradice o nos corrige. Lo que quiero es transmitir un sentimiento de rabia que me viene a la mente y al corazón cuando se intentan dar argumentos para evitar la protesta o asumir la discriminación.
En demasiadas ocasiones tengo la impresión que hay personas que admiten consciente o inconscientemente, que los extremeños seamos menos que el resto de los españoles, y que nuestros servicios sean peores, en calidad y cantidad. Es verdad que esto ha sido así desde hace muchos siglos, no desde siempre, pero eso no significa que debamos aguantarnos y aceptar nuestra situación como irremediable y sin solución. También es cierto que en los últimos años hemos mejorado nuestras infraestructuras y los servicios que recibimos y acortado nuestras diferencias respectos de otros lugares. No me resigno a lo primero y no me acomoda ni me tranquiliza lo segundo. Ambas situaciones me animan a seguir luchando por una Extremadura mejor y una España que sea capaz de equilibrar los servicios para todos los españoles, independientemente de la Región/Comunidad/ Nacionalidad o lo que sea donde vivamos. Tan difícil es entender que todos los españoles tenemos los mismos deberes y derechos.
Esta es una premisa que nadie se atreve a contradecir, pero que en la práctica política o en el ardor de las discusiones se pone en tela de juicio aún en contra de nuestros intereses. Incluso utilizando palabras malsonantes como recurso literario y propagandístico.
Y me viene esta rabieta a propósito de aquellos que empiezan a rebajar nuestras pretensiones máximas con respecto al proyecto del ferrocarril para estos próximos años. Además olvidan que la red de comunicación que se pide no es solo una cuestión regional, ya que la situación de Extremadura es clave en la comunicación entre Madrid y Lisboa. Resulta que el AVE pasará en breve por todas las Comunidades de España y así está consignado en los presupuestos Generales. Será el tren del futuro inmediato en el país para todos los españoles menos para los extremeños. ¿Tenemos que conformarnos con esta situación? ¿Es posible que una vez más nos discriminen? ¿Debemos conformarnos con menos aunque mejoren la situación actual, lo que es muy fácil? Por eso estoy de acuerdo con la consigna de “Tren digno en 2017 y AVE en el 2020”
Esta falta de consideración hacia Extremadura y hacia los extremeños me enfada cuando se produce por personas de otros lugares, pero cuando alguien lo acepta y se dice de nuestra tierra, me enerva. Si además este es representante público me subleva. ¿Cómo puede representarnos quien se conforma con ser menos que los demás y quien acepta que nuestros servicios sean inferiores al del resto de los españoles? Pagamos los impuestos que nos corresponden y por ello tenemos derecho a disfrutar de los mismos servicios. Es un postulado básico que ha costado mucho sudor y sangre conseguirlo para que ahora nos lo quieran echar por tierra.

En las charlas que tengo a respecto de esta falta de autoestima relato una metáfora que puede servir para terminar esta reflexión y dejar claro lo que entiendo debe ser la postura de toda Extremadura, ciudadanos, representantes políticos y sociales e instituciones públicas y privadas, en relación a las comunicaciones ferroviarias, la autovías pendientes, las ayudas a la industrialización y para todas las cuestiones que nos afectan. Supongamos que asistimos a una comida para lo que previamente hemos abonado el precio del menú. Y observamos que a todos les sirven jamón ibérico y buen vino, mientras que a nosotros me dan mortadela y vino peleón. Conste que me gusta la mortadela y, en ocasiones, bebo el vino peleón y si es presupuesto solo da para ello toca conformarse, pero todos por igual. Es evidente que reclamaría el mismo servicio y pediría explicaciones por la discriminación. Admito que algunos con poco carácter podrían contentarse con la mortadela y que no dijeran nada, y que otros pudieran buscar escusas para justificar su inacción o llamar la atención para marcar su diferencia, pero cuando se trata de luchar por los derechos de los extremeños debemos exigir los mismos servicios que los de los demás españoles. Tenemos que mantener viva nuestra autoestima para hacernos valer. Así de simple.