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lunes, 22 de enero de 2018

Como la viva misma. Extremeños contra el ruido


La Agrupación de Asociaciones contra el ruido de Cáceres, Badajoz, Plasencia y Mérida, publica en HOY (23/01/2018) un cuento que explica la situación que vivimos miles de familias en Extremadura por culpa del incumplimiento sistemático de la legislación en materia de medio ambiente urbano, y de la falta de vigilancia y control de las administraciones.
Aquí os lo dejo.
Como la vida misma
Imagínese que un jueves sale plácidamente de paseo con su familia y en el paso de peatones frente a la puerta de su casa, con el hombrecillo verde en el semáforo, un coche le atropella, al saltarse el conductor su señal en rojo. Simples rasguños, alguna pierna dolorida y el susto. Como no pasa nada grave, una simple discusión y las disculpas del conductor sirven para terminar la situación. No hay denuncia y para casa.
El viernes, ya recuperado y casi olvidado el suceso, volvemos a salir con la familia. Casualmente, en el mismo paso de peatones, el mismo conductor, misma infracción y nuevamente el atropello. Obviamente, la sorpresa es mayúscula y la discusión sube de tono respecto al día anterior, las disculpas del conductor se multiplican y promete que tendrá más cuidado y no volverá a suceder.
Como la vida misma Extremeños contra el ruido HOY
Como la vida misma.
Extremeños contra el ruido HOY (23/01/2018) 
El sábado, volvemos a salir y otra vez la misma situación. Llamamos a la Policía Local que interviene y le pide la licencia de conducir al conductor que se niega a mostrarla, levanta el “Acta denuncia correspondiente” y se va permitiendo que el conductor siga saltándose los semáforos y atropellando a otras personas. Dada la reiteración presentamos la correspondiente denuncia ante el Ayuntamiento para que tome medidas ante este hecho reiterado y facilite que sus agentes puedan detener la acción infractora del conductor.
Cuando empezamos a contar nuestras penas a vecinos y amigos nos damos cuenta que hay un grupo de conductores perfectamente identificados que se dedican los fines de semana a atropellar a ciudadanos, ir con los coches con la música a todo volumen y con los tubos de escape echando malos humos. En consecuencia, las familias deciden reunirse y denunciar conjuntamente la situación ante las diferentes administraciones para que se cumpla la legislación y poder pasear tranquilos por su ciudad. Ante esta situación, los responsables municipales, los que no tienen responsabilidad y otras asociaciones declaran que es necesario para solucionar el problema “buscar un equilibrio entre los conductores y los peatones atropellados”, para no lesionar ninguno de los derechos de las partes implicadas. Culpan, en algunas ocasiones, de intransigentes a los paseantes atropellados, convocan una Comisión para debatir del asunto y proponen comprarles un traje especial a los ciudadanos afectados para que el daño causado sea menor. Mientras tanto las infracciones se toleran.
Imagínese el lector que esto sucediera todos los fines de semana, durante varios años con la permisividad de la administración, que interviene esporádicamente, pero sin tomar una decisión contundente para evitar los atropellos reiterados que se provocan por el incumplimiento de las ordenanzas municipales y leyes del tráfico.
Suponga el lector que algunas de las víctimas de esta historia alteradas por ver que sus protestas y escritos a la administración y otras acciones, no tienen resultados deciden acudir a la justicia, que después de años les da la razón y condena a los conductores reincidentes en las infracciones y a las autoridades que han consentido esta situación.
Pero como las demandas judiciales solo afectan a los promotores de las denuncias, los atropellos persisten en los otros lugares, con circunstancias similares, donde no se ha llegado a la vía judicial o están pendientes de resolución.
Póngase en el lugar de las víctimas, paciente lector. Llevan muchos años luchando por poder pasear los fines de semanas sin que personas que infringen la ley las atropellen, escuchando que son intransigentes, que si quieren pasear que se vayan al campo y la aportación de los conductores es muy importante para el desarrollo de la ciudad. Y, ahora, también, lo injusto de las sentencias.
¡Que vaya cuento que nos estamos largando! Pues, sí, es verdad. Todo esto es lo que vivimos miles de ciudadanos en Cáceres, Badajoz, Plasencia y Mérida todas las semanas durante varios años, al soportar un ruido intolerable y unas vibraciones en los dormitorios que impiden nuestro descanso, violan nuestra intimidad y domicilio y provocan problemas de salud, como se recoge en diferentes sentencias del Tribunal Constitucional y otras en algunos juzgados de Extremadura. De nada sirven los informes de los servicios de protección ambiental o de urbanismo de diferentes ayuntamientos, de las medidas de empresas privadas o del propio SEPRONA, las Actas-Denuncias de la Policía local, los partes médicos, la negativa a mostrar las licencias, etc.
Nuestro deseo es muy simple: que se cumpla la ley, que las administraciones vigilen su cumplimiento y que sancionen a aquellos que las incumplan. No deseamos perjudicar a nadie, pero seguiremos luchando por nuestros derechos y denunciando cuantas situaciones nos perjudiquen, ya sean personas físicas o jurídicas que provoque ruidos y/o vibraciones superiores a las permitidas y que perjudiquen nuestro descanso y salud. Pero igualmente denunciamos a las administraciones por “no haber tomado las medidas de vigilancia y control oportunas para evitar la vulneración del derecho a la intimidad, a la inviolabilidad del domicilio y lesiones físicas, psíquicas y morales”, como señala la reciente sentencia dictada en Cáceres.

Fdo.: Agrupación de Asociaciones Contra el Ruido de Cáceres, Badajoz, Plasencia y Mérida

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