Responsabilidades y educación de menores HOY 29-04-2019. Lorenzo J. Blanco |
El 29/04/2019, el diario HOY me publicaba un artículo acerca de las peleas de niños en algunos plazas de Badajoz. Llamaba la atención sobre la necesidad de tomar medidas de reeducación social con esos niños que mantienen actitudes de acoso y violentas y con sus padres. Es triste ver como, en ocasiones, indirecta e inconscientemente, se penaliza a las víctimas de estas agresiones, como sucede en los casos de 'bullying' en los colegios.
“Diferentes medios de comunicación se han hecho eco de
peleas y agresiones a niños en la Plaza de Conquistadores de Badajoz (HOY,
19/04/2019; 21/04/2019). Un grupo de 70 padres se han unido ante la reiteración
de estos actos, que han generado un ambiente de inseguridad en la plaza, alterando
un lugar de juego y tranquilidad.
Más de uno habrá pensado y/o susurrado, desde la tranquilidad
y la ausencia de implicación de algunos de sus hijos o nietos, que son cosas de
niños y que siempre han existido peleas y desafíos entre pandillas. Es verdad
que estas situaciones no son nuevas y, también, que en otros lugares son muy
frecuentes y con mayores consecuencias. Pero este hecho no me consuela y no me
seduce para quedarme con los brazos cruzados.
Es evidente que este caso trasciende a las meras
peleas de chiquillos puesto que en algún caso se ha comprobado la utilización
de navajas, el robo como móvil para iniciar la agresión, acosos reiterados a determinados
niños y la existencia de pandillas que, incluso, desafían a los padres y
mayores cuando les llaman la atención sobre su conducta.
El deseo de volver al lugar donde se encontraba con
sus amigos a jugar y charlar, ya no será igual para aquellos que han sido
víctimas de unos pendencieros (“propensos a riñas”, según la RAE) que han
estado campando a sus anchas, en esta y otras plazas de la ciudad. Esto será
motivo de malestar y angustia para las personas agredidas, y de disgusto y
preocupación para sus padres que buscarán la manera de recuperar la ilusión de
sus hijos por la convivencia con sus amigos en libertad y con alegría.
Las noticias señalan que la fiscalía ha archivado la denuncia
porque los agresores son menores de edad. Ello me trae a la mente algunas dudas
sobre esta actuación y la de las autoridades que tienen la obligación de velar
por la seguridad de todos los ciudadanos. Son relativamente frecuentes las
agresiones entre menores que se quedan en nada y, solo cuando la alarma social
es grande como en el caso del bullying en los colegios, se empiezan a tomar
medidas.
Es evidente que a los niños agresores no se les puede
tratar como a delincuentes habituales, lo que podría agudizar su mala conducta,
aunque sus agresiones sean habituales. Pero se puede, se debe y la legislación señala
que deben considerarse acciones en un doble sentido. Primero, para considerar su
reeducación y, en segundo lugar, para demandar la responsabilidad civil y/o
penal de los padres por los daños causados por sus hijos menores.
Por eso, veo con preocupación en numerosas ocasiones, que
no se toman medidas de reeducación social con esos niños que de manera
individual o en grupo mantienen actitudes de acoso y violentas. Además, en
ocasiones, indirecta e inconscientemente se penaliza a la víctima de estas
agresiones, como sucede en algunos casos al bullying en los colegios.
Tampoco he entendido nunca, lo que me provoca mucha
indignación, la casi nula referencia a aquellos que tienen la responsabilidad
de educar y controlar a estos niños, como lo son sus padres o tutores. En este
caso y otros semejantes, también habría que tomar medidas de reeducación con
los padres que podrían ir dirigidas a trabajos sociales y comunitarios. Complementariamente
con la aplicación de la legislación (tanto civil como penal, atendiendo a la
edad, circunstancias de la actuación y el daño causado) en lo referente a la
responsabilidad por los hechos realizados y reiterados de sus hijos.
Considero tan importante a colaboración con los padres
en la reconsideración y soluciones a estas situaciones, que estimo que sin su
implicación es imposible reorientar la conducta de estos menores. Su relación
con sus hijos es fundamental para que estos reconsideren sus actitudes y
acciones y no reincidan en la alteración de la convivencia entre niños y
jóvenes.
La educación de los menores en una sociedad convulsa
como la que vivimos es responsabilidad de todos. En primer lugar y de manera
más intensa, de sus padres y, en segundo lugar, de las instituciones educativas
y entidades locales, como la administración más cercana que debe proponer
constantemente alternativas saludables al ocio de los niños y jóvenes.
Considerando, además, que cuando se traspasan ciertas barreras como en el caso
que nos ocupa, las fuerzas de seguridad deben contemplar en sus acciones
medidas adecuadas para prevenir e impedir ciertos hechos actitudes. Igualmente,
los órganos de justicia deben exigir las responsabilidades a aquellos que
tienen la obligación de velar por la buena actuación de estos ciudadanos del
futuro.
Es evidente que estas actuaciones deberían ser de
oficio y no solo cuando se producen situaciones de alarma social o cuando los
medios de comunicación empiezan a airear estos hechos.” HOY, 29/04/2019).
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