Salvame, nuevo deporte nacional Lorenzo J. Blanco Nieto Tribuna HOY, 14 de octubre de 2016 |
Se ha perdido el sentido del dialogo y de la colaboración, que se han sustituido por el insulto y el 'y tú más' y la competición hasta aplastar al que se considera tu competidor.
Hablar de la crisis económica a estas altura no es ninguna novedad. Pero con frecuencia se nos olvida que la crisis actual es más amplia ya que, en mi opinión, tiene unas dimensiones sociales, culturales, y de relaciones personales que se nos olvida con excesiva frecuencia.
Os dejo el contenido del artículo que con el mismo título me han publicado en HOY de hoy (14/10/2016).
"Me he
entretenido indagando en diferentes buscadores expresiones que me permiten conocer
cuáles son los programas de más audiencia en los diferentes canales y me
encuentro el titular “Salvame Deluxe encabeza las audiencia de la noche de los
viernes”. Sigo buscando y detecto que los ‘Sálvame de diferentes colores’,
también, suelen estar entre los programas con mayor número de espectadores. No
me gusta el programa pero por diferentes razones, que no vienen al caso, en uno
de los televisores de mi casa está puesto con frecuencia. Es decir, conozco su
contenido y su desarrollo.
El programa es
muy simple y el estilo del programa muy conocido. Curiosamente, a todas las
personas que le pregunto declaran que no les gusta ni el contenido ni la forma
en la que se desarrollan los ¿debates? Critican que los temas son puro cotilleo,
que la forma en la que se dirigen unos a otros no es adecuada y que los
insultos, chismes y descalificaciones son frecuentes. Se supone que todo se
hace al objeto de entretener a los espectadores y ganar audiencia. La crítica
es mordaz pero los índices de audiencia muestran que son de los programas más
vistos.
Esta situación
no sería más que una anécdota si no fuera porque el estilo del programa y la
forma en que se desarrollan los debates se ha trasladado a todas los canales y
programas, independientemente del contenido de los mismos. Como aficionado al
deporte he hecho un recorrido por diferentes cadenas televisivas que tienen
nuevos programas deportivos, a primeras horas de la noche, y en todos he podido
comprobar que las interrupciones de palabras, las voces y las descalificaciones
son frecuentes. Los reproches y desprecios son habituales en las tertulias
políticas, salvo en una cadena donde la diversidad ideológica es casi nula,
durante las 24 horas de emisión.
Pero si nos
adentramos en las redes sociales este escenario es todavía mucho peor. Un
recorrido por Facebook, o por los comentarios que se hacen en algunos medios de
comunicación, nos permite comprobar que el debate se ha sustituido por el
insulto y el engaño. Es continuo el intento de humillar a la persona o grupo
que no nos gusta. Compartir historias no contrastadas y no leídas es casi
automático e inventar patrañas parece un ejercicio para fundamentar nuestros
argumentos y así destruir al protagonista de la noticia o autor del comentario.
Estas situaciones son cada vez más frecuentes al amparo de la total impunidad con
la que se actúa en las redes sociales. Dándose, además, la situación de
complicidad de un pequeño grupo de charlistas ocultos, en la mayoría de los
casos, en perfiles falsos que se jalean unos a otros.
Parece que
tenemos un nuevo deporte nacional que consiste en ver la declaración o iniciativa
que alguna persona o grupo haya tomado para azuzarle con todo el argumentario
grosero que ya tienen preparado y que ejercitan con frecuencia en los
diferentes medios. Lo malo es que esto pasa a todos los niveles de la sociedad
y en Badajoz tenemos, para desgracia nuestra, también ejemplos claros de lo que
escribo. La predisposición al no y a la descalificación personal parece que se
impone.
Es triste la
situación porque el ambiente generado impide el debate y la participación en
esos espacios, físicos o virtuales. Así, personas valiosas que podrían
ayudarnos a comprender la situación actual o implicarse en proyectos de futuro
son reacias a la participación pública. Los insultos y descalificaciones
provocan que renuncien a participar en debates interesantes, porque tienen el
temor de convertirse ellos mismos en diana de estos charlatanes. El debate de
las ideas y propuestas se ha sustituido por guirigáis donde no hay ningún
interés por compartir opiniones y cuyo único objetivo parece conseguir más
audiencia o adeptos y hacer callar a nuestros adversarios. El contraste de
pareceres se ha sustituido por las alusiones personales en un “y tú más” que
parece el hilo conductor de sus argumentarios.
Lo triste,
además, es que este estilo es frecuente en discusiones entre estudiantes en los
institutos o, incluso, en centros universitarios. Las subidas de tono, las
descalificaciones como principal argumento, el verbo y/o la gesticulación soez,
son modos de debate frecuente entre jóvenes y mayores. Reflejan y en muchos
casos imitan intencionadamente lo que hacen personajes que cobran mucho dinero
por comportarse de una manera que, al menos a mí, me parece completamente
inadecuada e impropia de quienes saben que sus modos van a ser copiados por
gran parte de la sociedad.
Dicho lo
anterior parece oportuno reconocer el mérito del iniciador y presentador de los
programas mencionados al inicio del artículo que ha implantado una cultura del
debate en nuestro país. Por ello, algunos me han oído decir que “el estilo
sálvame se ha impuesto” y que el innovador podría ser merecedor de un
reconocimiento nacional y algún que otro premio. A lo mejor así empezamos a reflexionar
sobre el estilo instaurado."
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