Cada vez que empieza un año que termina en cero (2.000,2010, 2020) se produce en mismo debate sobre si el milenio, siglo o década debe terminar el 31 de diciembre de 2019 o el 31 de diciembre de 2020.
Desde mi condición de ciudadano y de matemático he participado en este debate en diferentes ocasiones. El seis de enero de 2004 publiqué un artículo en el diario HOY que os dejo, porque sigue teniendo validez.
Matemática y
sociedad . Sobre el comienzo del siglo y del milenio
Publicado en HOY
06/01/2004
Hace algunos días leía una revista cultural
extremeña en la que se insertaba un anuncio de una bodega cacereña en el que
podíamos leer “2.000 – Cambiamos de milenio”. Este texto me trajo a la memoria
el debate que se mantuvo, en los medios de comunicación, acerca de cuando
comenzaba el siglo y el milenio. Recordamos que la polémica se producía ya que
unos situaban tal fecha de su comienzo el 1 de enero del 2.000, mientras otros
la situaban el 1 de enero del 2.001.
El argumento defendido por estos últimos era que el
31 de diciembre de 2.000 se cumplían exactamente 2.000 años desde el primer día
de nuestra era. Y como el siglo tiene 100 años una sencilla división nos
llevaba a concluir que el primer día del siglo XXI y del segundo milenio sería
el primer día de Enero del año 2.001. Y este argumento sería suficiente si no fuera
porque las Matemáticas nos permiten realizar los cálculos y nos informan acerca
de datos y resultados, pero es a los hombres y a las mujeres a quienes nos toca
interpretarlos y, consecuentemente, tomar las decisiones.
Para mí, como profesor de Didáctica de las
Matemáticas, siempre me pareció un debate muy interesante porque era un tema
específico en el que se pueden apreciar dos aspectos complementarios de las
matemáticas: su sentido de herramienta para el cálculo y su dimensión cultural
y social.
A cuantos me preguntaban mi opinión les decía que el
tiempo nos daría argumentos para poder comprender la raíz de las diferentes
posiciones en tal o cual sentido. En aquel momento, se defendían con tanto
ardor las tesis de cada cual que el debate nunca entró en la raíz del asunto.
Y ahora con el tiempo transcurrido y en la seguridad
de que el tema no levanta las pasiones de entonces, el anuncio mencionado me
sugiere la posibilidad de retomar el debate y argumentar a favor de una de las
opciones.
Así, al igual que el texto del anuncio los
documentos históricos nos muestran referencias de fechas de nacimientos de
personajes ilustren que, consciente o inconscientemente, toman partido por una
opción determinada. De esta manera, podemos conocer a través de numerosas
biografías que el Emperador Carlos V nació en el siglo XVI, al venir al mundo
el año 1.500. De igual manera, los manuales de historia de la literatura nos
señalan que Pedro Calderón de la Barca, que nació en el año 1.600, lo hizo en
el siglo XVII. Y así, podríamos seguir poniendo numerosos ejemplos de
referencias históricas que todos hemos aceptado y aceptaremos. Y un ejemplo más
cercano en el tiempo lo tenemos en las referencias biográficas de Xavier Cugat
que señalan que’nació con el siglo XX’ para significar que nació el 1 de enero
de 1900.
Lo mismo podríamos escribir en referencia al
milenio. Son numerosas las asociaciones e iniciativas que ahora se anuncian
como la bodega cacereña, haciendo coincidir su nacimiento, o algún
acontecimiento que deseen resaltar, con el inicio del milenio, situando este en
el año 2.000.
Lo tenemos tan interiorizado que si alguna joven
madre nos dijera que su hijo ha nacido con el siglo o con el milenio, todos
pensaríamos que nació hace tres años. Estaríamos dando por sentado que nació en
el 2.000. Y muy pocas personas pensarían, al menos de principio, que nació en el
2.001.
Es algo social y culturalmente aceptado. Es decir, en
el campo de la historia, de la literatura, de la música, y en nuestras
conversaciones cotidianas optamos por considerar el inicio de los siglos y de
los milenios el 1 de Enero de los años múltiplos de 100 o de 1.000. Lo aceptamos
así, por múltiples razones. Por comodidad contable, por facilidad para el
recuerdo, por estética. Podríamos decir y admitir, incluso, que es un error
histórico. Pero es así, va a seguir siendo así y, a la mayoría de la población,
nos gusta más de esta manera. Hay que reconocer que resulta más estético y
sugerente considerar que el milenio empezó en el año 2000 que en el 2001.
Es verdad que considerar esta opción supone aceptar
que el primer siglo de nuestra era sólo tuvo 99 años. Tampoco todos los años
tiene los mismos días por lo necesitamos un reajuste entre medición de tiempo y
calendario para que nos resulte más cómodo y útil (años bisiestos). Las
matemáticas y las ciencias analizan y describen la realidad, y las personas
interpretamos y adaptamos la información a nuestras necesidades.
En definitiva, no es la matemática, ni los
matemáticos, quienes deciden. Es el hombre quien a la luz de la información y
resultados que se obtienen, interpreta y decide la fecha de comienzo del siglo
y milenio (en el año 2000 o en el 2001) conociendo la distribución de años en
los siglos y milenio anteriores. Pero en esta decisión intervendrán otros
muchos factores que hemos aceptado social y culturalmente.
Lorenzo J. Blanco Nieto
Catedrático de Universidad de Didáctica de la Matemática
Universidad de Extremadura
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