Está mañana he tenido el placer de tomar el café leyendo a mi amigo León Martínez de la Concha hablar de sus vinos. Y como me alegra su éxito me permito hacer esta entrada en la que recojo la noticia de HOY, a la que he añadido otras referencias que hablan de los buenos vino que elabora:
Pago de Donblasco y El Sueño de Facio.
Pago de Donblasco y El Sueño de Facio.
Haciendo una búsqueda breve encontré estas referencias sobre el vino:
El vino de Feria. El tinto de este pueblo se sirve en
Atrio y en la taberna Cachipé
En la misma semana, me
sirvieron un vino de Feria en la taberna Cachipé de Jerez de los Caballeros y
en el restaurante Atrio de Cáceres. Maravillado de que un vino del mismo
pueblo, aunque de diferentes bodegas, supiera tan rico en su versión humilde y
en su versión lujosa, me acerqué a Feria en busca de tal milagro y descubrí el
pago de Don Blasco, un territorio de 330 hectáreas, que queda en el cruce de la
carretera de Salvatierra a Zafra con la de Feria a Burguillos y, según el
Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura, a finales del XVIII tenía
40 bodegas de vino y 500 fanegas de viñedo.
«En la Edad Media, estas
tierras fueron repobladas por castellanos, que trajeron el cultivo que
conocían: la vid. El sexmero o sesmero que repartía las fincas a los colonos se
llamaba don Velasco y de la corrupción de aquel nombre ha quedado lo de Don
Blasco», relata el bodeguero León Martínez de Azcona de la Concha, casado con
Ana María Naharro Suero y residentes en Badajoz. León desciende de un carlista
navarro que se exilió en Feria en el fragor político del siglo XIX.
«Durante la semana me
dedico a la cardiología en el Infanta Cristina y de viernes a lunes, me dedico
al vino», detalla este médico al que su hijo Jesús, ingeniero de Caminos
trabajando en Sevilla, ayuda en su pasión vitivinícola. Junto a ellos, la
enóloga Yolanda Hidalgo aportando la faceta técnica imprescindible.
De aquellas 40 bodegas del
siglo XVIII, en el pago de Don Blasco solo queda la de León, que se llama «La
Bodega del Boticario» porque fue su padre, Manuel, farmacéutico titular de
Salvatierra, aunque natural de Feria, quien se hizo con estos terrenos, que
comprenden la bodega y cuatro hectáreas de viñedo. Aunque en puridad no se
trata de una bodega, sino de un oratorio de finales del siglo XVII restaurado
con un respeto modélico y un gusto exquisito, destacando sus bóvedas mudéjares
de ladrillo y las tinajas antiguas: tres son del siglo XVI (una lleva la cruz
de la Orden de Alcántara y dos, la estrella de David), hechas en Salvatierra, y
el resto, del XIX y del XX, de alfares de Burguillos y Los Santos.
En las cuatro hectáreas de
viñedo, León ha plantado garnacha (50%), tinto aragonés (25%), mazuelo (15%) y
petit verdot (10%). "Siempre había hecho pitarra con mi padre, pero hace
ocho años empecé a hacerlo de manera romántica con la ayuda de Marcelino Díaz y
Aniceto Mesías", cuenta León sus inicios guiado por grandes maestros. Tras
unos años de prueba y perfeccionamiento, los Martínez de Azcona han depurado el
proceso con la ayuda de Yolanda Hidalgo y en 2011 sacaron al mercado sus
primeras botellas de vino. Aunque lo del mercado suena exagerado en una
producción pequeña de alrededor de 11.000 botellas, que no es fácil encontrar
salvo en alguna tienda especializada como "La bodega de Santa Marina"
en Badajoz.
«Si es que no me puedo
dedicar a la comercialización. Como no se lo recete a mis pacientes», ironiza
este bodeguero cardiólogo, que en septiembre recoge la uva y la enfría durante
24-48 horas antes de pasarla a tanques de acero, donde fermenta a temperatura
controlada. De allí, va a las tinajas centenarias de arcilla. Al año, salen
8.000 botellas con el nombre de 'Domblasco', un tinto monovarietal de garnacha
que ha sido el único vino extremeño galardonado en la Challenge Internacional
du Vin de París, donde ha logrado la medalla de plata.
Otra parte del vino, un coupage de las cuatro variedades de la finca,
está seis meses en las tinajas de barro; pasa otros seis meses en barricas de
roble francés y americano; luego, duerme dos años en 3.000 botellas y se
comercializa con el nombre de Sueño de Facio en honor de Bonifacio, un
trabajador de la finca que dormía donde ahora reposa el vino, pero que jamás
soñó que aquel pitarra del boticario acabaría siendo un tinto de lujo: en la
enoteca pacense, la botella de Domblasco 2013 cuesta 14.90 euros y la de Sueño
de Facio 2011 sale a 16.75.
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