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miércoles, 8 de julio de 2020

Controlar el griterío en la puerta de los bares de copas y de ocio nocturno

HOY 06/06/2020. L. J. Blanco

El lunes seis de julio de 2020, el diario HOY me publicó un artículo con el título de "El botellón y el ¿botellín?", que os dejo.

La idea central es muy simple. Si la administración local vigila que no se haga el botellón de los jóvenes por ser contrario a la normativa legal, de igual manera debiera vigilar y sancionar las concentraciones de personas más maduras que se produce en la puerta de los establecimientos de ocio nocturno, que además impiden el descanso de los vecinos.


El botellón y el ¿botellín?

En estos días el alcalde de Badajoz ha anunicado, estimo que acertadamente, algunas medidas contra el botellón, al considerar que en este tipo de encuentros no se guardan las condiciones de higiene y seguridad para evitar contagios” (HOY, 22/06/2020).

Recuerdo que en los últimos rebrotes del virus la población entre 15 y 30 años está siendo protagonista en los contagiados y transmisores del covid19. Los jóvenes no acaban de entender que no tener síntomas evidentes no significa que estén exentos de riesgo y que puedan contagiar a sus amigos y familiares y, por lo tanto, tienen que tomar precauciones. Son ahora son también una población que genera inseguridad y preocupación.

Sin embargo, no le he oído decir nada de aquellos grupos de personas que se agolpan de noche en las puertas de los bares de copas sin guardar las medidas de seguridad que refería en la prohibición del botellón y, por supuesto, bebiendo, hablando alto e impidiendo el descanso de los vecinos, volviendo así a la vieja normalidad. Del interior de algunos de estos establecimientos ni hablamos. Imágenes tomadas a la una y media de la noche, en calles del Casco Antiguo de Badajoz visibles en las redes sociales muestran grupos de 30 o 40 personas, no tan jóvenes, incumpliendo las normas actuales y las previas al confinamiento. Pasa en Badajoz y en algunas otras poblaciones de Extremadura.

No entiendo por qué esto se tolera, mientras se es tan duro con los jóvenes que realizan el botellón. ¿Entenderá el alcalde que estos están haciendo el botellín? Decía nuestra máxima autoridad local que por una cerveza no merece la pena contagiarse o contagiar a nuestros seres queridos. ¿Será que contagiarse con un cubata o un wiski merece la pena? Han sido necesarias las denuncias de los vecinos para que la policía local interviniera en algunas de estas concentraciones, a partir de la una y media de la noche.

Es una situación que diferentes asociaciones y particulares venimos denunciando desde hace muchos años, y de la que parece que nadie se responsabiliza (ni hosteleros, ni administración local), aunque la legislación a este respecto es muy clara. Recientemente, el Defensor del Pueblo instaba al Ayuntamiento de Badajoz a supervisar esta actividad, recordándole que “no habría aglomeración si no hubiera locales de ocio. Esas proximidades son cabalmente el entorno de los locales y, por tanto, los titulares tienen mucho que ver y que hacer al respecto. No cabe decir que los dueños de los locales no tengan responsabilidad sobre el entorno porque sea exterior al local”. Incide en que ellos deben velar porque en el exterior exista un comportamiento cívico de la clientela, para evitar que su entorno sea foco de incivismo.

También insta al Ayuntamiento a adoptar las medidas oportunas en el entorno de los locales, e imponerles los correspondientes deberes y un control estricto de los horarios y de las condiciones acústicas. Son diferentes las leyes que inciden en esta situación estableciendo los criterios de las faltas y delitos y su régimen sancionador.

Los Ayuntamientos, entre ellos el de Badajoz, tienen normas reguladoras de la situación, pero no las aplican a pesar de las denuncias que se presentan. La Ordenanza Municipal de Protección Ambiental en Materia de Contaminación Acústica del Ayuntamiento de Badajoz tiene varios artículos al respecto que no dejan margen a la duda. Como esto no es cuestión de opinión, entrecomillo los párrafos de la ordenanza municipal que, obviamente, son de obligado cumplimiento para los ciudadanos y de obligada vigilancia para la administración local.

“Cuando la consumición se realice fuera del establecimiento (los titulares de las actividades de ocio) serán considerados responsables, por cooperación necesaria, de las molestias que pudieran producir y, como tales, les será de aplicación el régimen sancionador de esta misma norma”. Y continúa “… cuando el público genere unos niveles de ruido superiores a los permitidos … se considerará al titular como responsable de las molestias siéndole de aplicación, así mismo, el régimen sancionador previsto en esta misma ordenanza” (Artículo 27). Claro como el agua limpia.

Se considerará “como transgresión de esta Ordenanza el comportamiento incívico de los ciudadanos o vecinos cuando produzcan ruidos o vibraciones que superen los niveles máximos admitidos, ya sean debido al tono de la voz humana o la actividad directa de las personas, aparatos o instrumentos acústicos” (Art. 54).

Que algunos hosteleros se desentiendan porque consideren que ello puede asustar a su clientela pudiera entenderse, aunque no compartirse. Pero que la administración local rehúya hacer cumplir las ordenanzas municipales y la legislación vigente, tanto en materia de seguridad por el covid19 como por la contaminación acústica, no es comprensible ni asumible.

Nunca he entendido esta discriminación por razones de edad. ¿O lo es por cuestión del voto?.

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