Problemas con enunciados engañosos, curiosos, ... para provocar la atención de los resolutores, con el objetivo de mostrar la necesidad de una lectura sosegada y comprensiva de los enunciados.
A los resolutores guiados por esta rutina no basta con decirle que tienen que leer o releer el enunciado y seguirán preguntando ¿es de sumar? ¿Es de restar? O no me acuerdo de la fórmula.
Mi
experiencia me indica que en estos casos lo mejor es plantearle enunciados con
textos curiosos donde falten datos, preguntas absurdas o cuya respuesta no
surja de una operación inmediata, y si del análisis del texto, etc. Es
decir, que recuerden que pueden encontrarse con situaciones que les obliguen a
pensar.
Es más, recuerdo con agrado que en algunas ocasiones he visto como mis nietos me han venido a proponer problemas de este tipo, lo que implica que lo han pensado y trabajado mentalmente. Y esto es lo más interesante en matemáticas y para su educación.
El problema mostrado arriba forma parte de mi próximo libro sobre problemas urbanos.
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