La frase que da título a este artículo, con más o menos modificación pero con parecido sentido, la vengo oyendo, repetidamente, cuando la conversación gira sobre las posibilidades del PSOE en los diferentes procesos electorales. Y, ahora, que el PSOE de Badajoz está en pleno proceso de primaria la oigo con más profusión.
De
principio, la lectura inmediata que se puede hacer sobre el significado de tal
expresión es el deseo de cambio y renovación que la sociedad actual está
demandando de los políticos. Y cuando hablamos de ello suelo señalar que esto
es un sentimiento generalizado en muchos sectores sociales, y en todos los
tramos de población. No sólo entre los jóvenes. El debate se mueve más en lo
emotivo que en lo racional. La situación política actual es tan difícil y
controvertida que hay muchas personas que desean hacer tabla rasa. Y dado que
nos movemos en el campo de lo emocional, contra ello es muy difícil luchar. Y
el debate es muy complicado.
En
esta situación suelo poner un símil personal. Como vecino del Casco Antiguo de
Badajoz muchas personas, cada vez menos, me dicen que es una zona insegura. Por
más que les digo que no he tenido nunca problemas de inseguridad o que les
hable de los datos de la policía sobre los barrios de Badajoz, no los convenzo
nunca.
Al
poco de celebrarse las elecciones europeas cenando con un grupo de amigos,
donde mayoritariamente había predominado el voto socialista, comprobé que la
fuga de votantes socialistas hacia Podemos era muy cierta. Justificaban su
cambio de voto porque se declaraban hartos de una forma de hacer política y
como última medida de presión hacia los dirigentes socialistas. Algunos
manifestaban que si tal cambio se producía, probablemente, se plantearan volver
a votar al partido que habían votado en ocasiones anteriores.
Al
poco tiempo, pude corroborar que la situación que había vivido, en una tertulia
distendida, era común en muchos lugares de España. Por esa fecha (Junio de
2014), se hacía público un estudio sobre la procedencia del electorado de
Podemos. Los datos de la encuesta ratificarían la observación de los comensales,
al señalar que más de un cuarto de su electorado eran votantes socialistas, y
continuaba señalando que más de la mitad de este grupo no descartaba volver a
votar al PSOE, en el futuro, si se verificaba un cambio en su política y en sus
representantes. El estudio indicaba que el 45 % de los votantes de podemos
tenía una edad entre 35 y 54 años, mientras que los menores de 35 representan,
solo, un 34%. Además, se definían ideológicamente algo más al centro que IU.
Blanco y en botella.
La
abstención en las elecciones europeas, en general, fue tremenda. En Badajoz,
por ejemplo, casi el 60 % de los pacenses no fueron a votar, reflejándose en
una pérdida de votos espectacular del PP y del PSOE. Creo que el resultado de
las elecciones europeas dejó, meridianamente, claro que en el electorado predomina
un sentimiento de cambio y hartazgo sobre la forma de hacer política por parte
de los grandes partidos. Y, de forma clara en muchos de los votantes que han
abandonado al PSOE en los últimos procesos electorales. También en Badajoz.
Pero,
a pesar del resultado y de la claridad con que el electorado se manifestó en
ese proceso todavía son muchos los que no aprecian esa necesidad y siguen
aferrados a sus sillones o banquetas. Claro, que también hay quien aún
reconociendo esta necesidad de cambio, siguen anclados en lo de siempre por comodidad,
por una mala entendida disciplina o por algún motivo que en esta fecha
resultaría difícil de comprender y/o explicar.
La
frase del título tiene, además, otro significado que supera el ámbito local.
Porque muchos de estos posibles votantes aclaran que ‘volveré a votar’
significa que se acercarían a las urnas y votarían al PSOE. Pero si no hay cambio no se acercarán al
colegio electoral, lo que llevara aparejado que no votaría en ninguno de los
dos procesos electorales que se celebrarán en mayo de 2015 año: Elecciones
municipales y autonómicas.
Llegado
este momento me parece que no es necesario insistir en la importancia del
cambio y en la renovación, fundamentalmente en las actitudes y formas de abordar
la política, y en la desconfianza hacia aquellas personas que llevan algún
tiempo siendo la cabeza visible. Es verdad que esto, en muchos casos, es
injusto y que probablemente existan algunos candidatos que repitiendo pudieran
ahora ganar. Determinar en qué casos esto pudiera suceder es misión de los
líderes orgánicos y ahora con las primarias, de los militantes.
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