La Agrupación de Asociaciones contra
el ruido de Cáceres, Badajoz, Plasencia y Mérida, publica en HOY (23/01/2018) un cuento que explica la situación que vivimos miles de familias en Extremadura
por culpa del incumplimiento sistemático de la legislación en materia de medio
ambiente urbano, y de la falta de vigilancia y control de las administraciones.
Aquí os lo dejo.
Como la vida misma
Imagínese
que un jueves sale plácidamente de paseo con su familia y en el paso de
peatones frente a la puerta de su casa, con el hombrecillo verde en el semáforo,
un coche le atropella, al saltarse el conductor su señal en rojo. Simples
rasguños, alguna pierna dolorida y el susto. Como no pasa nada grave, una
simple discusión y las disculpas del conductor sirven para terminar la
situación. No hay denuncia y para casa.
El
viernes, ya recuperado y casi olvidado el suceso, volvemos a salir con la
familia. Casualmente, en el mismo paso de peatones, el mismo conductor, misma
infracción y nuevamente el atropello. Obviamente, la sorpresa es mayúscula y la
discusión sube de tono respecto al día anterior, las disculpas del conductor se
multiplican y promete que tendrá más cuidado y no volverá a suceder.
Como la vida misma. Extremeños contra el ruido HOY (23/01/2018) |
El
sábado, volvemos a salir y otra vez la misma situación. Llamamos a la Policía
Local que interviene y le pide la licencia de conducir al conductor que se
niega a mostrarla, levanta el “Acta denuncia correspondiente” y se va permitiendo
que el conductor siga saltándose los semáforos y atropellando a otras personas.
Dada la reiteración presentamos la correspondiente denuncia ante el Ayuntamiento
para que tome medidas ante este hecho reiterado y facilite que sus agentes
puedan detener la acción infractora del conductor.
Cuando
empezamos a contar nuestras penas a vecinos y amigos nos damos cuenta que hay
un grupo de conductores perfectamente identificados que se dedican los fines de
semana a atropellar a ciudadanos, ir con los coches con la música a todo
volumen y con los tubos de escape echando malos humos. En consecuencia, las
familias deciden reunirse y denunciar conjuntamente la situación ante las diferentes
administraciones para que se cumpla la legislación y poder pasear tranquilos
por su ciudad. Ante esta situación, los responsables municipales, los que no
tienen responsabilidad y otras asociaciones declaran que es necesario para
solucionar el problema “buscar un equilibrio entre los conductores y los
peatones atropellados”, para no lesionar ninguno de los derechos de las partes
implicadas. Culpan, en algunas ocasiones, de intransigentes a los paseantes
atropellados, convocan una Comisión para debatir del asunto y proponen
comprarles un traje especial a los ciudadanos afectados para que el daño
causado sea menor. Mientras tanto las infracciones se toleran.
Imagínese
el lector que esto sucediera todos los fines de semana, durante varios años con
la permisividad de la administración, que interviene esporádicamente, pero sin
tomar una decisión contundente para evitar los atropellos reiterados que se
provocan por el incumplimiento de las ordenanzas municipales y leyes del
tráfico.
Suponga
el lector que algunas de las víctimas de esta historia alteradas por ver que
sus protestas y escritos a la administración y otras acciones, no tienen
resultados deciden acudir a la justicia, que después de años les da la razón y
condena a los conductores reincidentes en las infracciones y a las autoridades
que han consentido esta situación.
Pero
como las demandas judiciales solo afectan a los promotores de las denuncias, los
atropellos persisten en los otros lugares, con circunstancias similares, donde
no se ha llegado a la vía judicial o están pendientes de resolución.
Póngase
en el lugar de las víctimas, paciente lector. Llevan muchos años luchando por
poder pasear los fines de semanas sin que personas que infringen la ley las
atropellen, escuchando que son intransigentes, que si quieren pasear que se
vayan al campo y la aportación de los conductores es muy importante para el desarrollo
de la ciudad. Y, ahora, también, lo injusto de las sentencias.
¡Que
vaya cuento que nos estamos largando! Pues, sí, es verdad. Todo esto es lo que
vivimos miles de ciudadanos en Cáceres, Badajoz, Plasencia y Mérida todas las
semanas durante varios años, al soportar un ruido intolerable y unas
vibraciones en los dormitorios que impiden nuestro descanso, violan nuestra
intimidad y domicilio y provocan problemas de salud, como se recoge en diferentes
sentencias del Tribunal Constitucional y otras en algunos juzgados de
Extremadura. De nada sirven los informes de los servicios de protección
ambiental o de urbanismo de diferentes ayuntamientos, de las medidas de empresas
privadas o del propio SEPRONA, las Actas-Denuncias de la Policía local, los
partes médicos, la negativa a mostrar las licencias, etc.
Nuestro
deseo es muy simple: que se cumpla la ley, que las administraciones vigilen su
cumplimiento y que sancionen a aquellos que las incumplan. No deseamos
perjudicar a nadie, pero seguiremos luchando por nuestros derechos y
denunciando cuantas situaciones nos perjudiquen, ya sean personas físicas o
jurídicas que provoque ruidos y/o vibraciones superiores a las permitidas y que
perjudiquen nuestro descanso y salud. Pero igualmente denunciamos a las
administraciones por “no haber tomado las medidas de vigilancia y control
oportunas para evitar la vulneración del derecho a la intimidad, a la
inviolabilidad del domicilio y lesiones físicas, psíquicas y morales”, como
señala la reciente sentencia dictada en Cáceres.
Fdo.:
Agrupación
de Asociaciones Contra el Ruido de Cáceres, Badajoz, Plasencia y Mérida
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